martes, 15 de mayo de 2012

"MÉRCATE A OTRO, GUAPA"


Ángela tenía un grave problema. En su trabajo estaba irascible a todas horas, digamos que indignada con todo el mundo exterior al suyo.
El aliciente de la comodidad, el dinero y la quimera de ostentar un poder que no le pertenecía, sacaba de su interior a la persona que verdaderamente era.
Sí, era una persona disonante que disfrazada de hada madrina, no llegaba a la mínima categoría de bruja mala. Se encontraba entre dos aguas, tocaba fondo pero sin certeza de a que orilla pertenecía; y a la vez que procuraba engañar, percibía como ella misma era engañada también.
No quería tolerar en sí el abuso y acoso que ejercía en los demás, provocando constantemente situaciones molestas para quién menos las merecía. Perdió su poder cuando sintió una espalda muy cerca de su cara, la sonrisa de un juez sin toga y la presencia de una verdadera bruja mayor.
Ni que decir tiene que Ibáñez, el eterno paciente, pagó las consecuencias y los platos rotos. Su gran paciencia no gusto nada a Ángela, él lo notó respondiendo sin palabras y de esta inteligente manera: 
“Los platos, daban igual si se rompían cuando no había manjar que servir en ellos.” –dijo Ibáñez sin decir.
Ángela acabó en llantos propios de una mujer mal “sexualizada”

domingo, 15 de abril de 2012

ALQUIMIA Y ESCOBAS

…Y a la bruja se le hizo tarde el primer día del solsticio en que todos ponían a punto sus escobas rumbo a cualquier lugar. Su caldero no cumplía el reglamento y su varita mágica desgastada se veía insignificante. El gran libro de conjuros arrojaba luz sobre los ingredientes: ojo de gato, pico de pájaro, piedra de nácar y poco más, aunque sobre el modo de empleo la huella de un mal tiempo dejó humo nada más.
–Inventemos –dijo la bruja mayor, la más vieja, que lo era por su sabiduría aunque aún su verruga no era lo suficientemente grande como para avalar dicho título; aún así, lo ostentaba.
–Puf, puf, puf… –argumentó “el mantecas”, imitando el arrancar del motor de la escoba: al final tocaría movimiento, se temía.
El mantecas, aprendiz de brujo por naturaleza, sabía que ya pasó el tiempo de alimentarse con bebés de pez que otros llamaban chanquetes y cosas así,  el fantasma de la crisis obligaba a comer piedras. El mantecas, seguía los pasos de la bruja mayor, que disfrazada de alquimista conseguía ablandar el principal ingrediente y conseguir un manjar digno de un conjuro de atracción.
Ya estaba todo, pero hacían falta alas de murciélago que aportaran soltura al aquelarre. Dicho y hecho, ¿qué sería de una bruja mayor si no podía convertir a su querido gato negro en otra criaturita chupasangre? Hacía falta, a golpe de varita y tras la cortina de humo y vaho emergió el murciélago de grandes y fuertes alas.
El clin-clan, clan-clin de las cucharas ponía banda sonora al éxito de tan ansiada proeza, si a alguien se le escapó un eructo no se oyó, el sopor de la digestión hizo lo propio: cargarse el cuento y hacernos despertar a todos de un sueño.
Tras la siesta, tres personas recordaban en un hogar: “Que ricas las migas, mamá, ¿Cuándo preparamos más?”
–Otro día –dije yo.

jueves, 12 de abril de 2012

NUEVA CARTA EN SERIE

“SUENA EL TÉLEFONO”:

¡Ah! Amor.
Perdona, no me di cuenta.
¿Ahora venía el adiós?
¿Te llaman Egea y Cronos?
…Y pensar que hay quién en mí ve a Zeus;
Pero, no.
Decían de mi tataranieto: “Sansón”
Que era cosa del pelo,
Pero digo yo que no.
Por cierto quizás sea yo su bisnieta
O su hermana; pero prima, no.
Hablando de pelos, si alguien que me lea entiende:
¿Aclararía mi cuestión?
“Dicen que hay pelo, medio pelo y poco pelo”
¿Es cierto? ¿Tienen razón?
No se sabe, qué se yo.
Respóndanme, por favor.

viernes, 27 de enero de 2012

“LOCA PERDÍA”… ¡SEVILLA!

¿Por qué Sevilla?, ¿por qué?
Por sus manos de mujer.
Sus balcones dan al río…
Sabe hacerte perder.
¿Por qué Sevilla?, ¿por qué?
Claro azul, color y cielo.
Con prisa, aroma y calma.
Sabe hacerte perder.
¿Por qué Sevilla?, ¿por qué?
Ella conserva su duende:
Lo presta, te envuelve.
Sabe hacerte perder.
¿Por qué Sevilla?, ¿por qué?
Te brinda sus puentes…
Lo mismo sales o vuelves.
Sabe hacerte perder.
¿Por qué Sevilla?, ¿por qué?
Noche oculta en su alma,
Bulliciosa y calma.
Sabe hacerte perder.


Estrella Mérida Macías.

viernes, 13 de enero de 2012

ANA Y MI NUEVA SILLA DE PALA

Tras la tormenta, suele llegar la calma, aunque a veces no inmediatamente. En este caso, parece que la calma nunca llega, hace años que la espero, pero llegará lo sé.
Mientras, me he propuesto esperar sentada, escribiendo, pero… ¡oh!, tengo un problema, fuera en el patio a veces sale el sol y estoy cansada de sentarme solamente en el interior, pero de pie, usando un solo brazo y sin poder mantener peso alguno por más de un par de minutos, lo veo complicado.
Tengo que buscar una solución porque sin duda existirá, aunque yo, en estos momentos la desconozco y cómo mi lesión no es por parálisis, si no que es por dolor, difícilmente puede aconsejarme nadie que no haya vivido esta situación, por lo tanto pienso e investigo.
Todo esfuerzo tiene un fruto y al final mi investigación también. ¡Claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes?  Una silla de pala, de las tradicionales de academia. A ser posible de bajo peso, aunque también de bajo coste (que no quiere decir de bajo precio). La vida cambia mucho al ser dependiente y busco la posible independencia que se esconda dentro de mi dependencia. Sí, con una de esas sillas, escribiría más y más cómoda, incluso podría recuperar mi buen humor característico ¿Por qué no?
Evidentemente esas sillas se comercializan sólo para academias y conseguir una sola es difícil o demasiado caro para mi economía, que tras el accidente se resintió y cada vez más. Tampoco quiero pedir limosna ni agasajar en exceso a los amigos, intento no ser una carga pesada para los demás, cómo lo soy para mí misma y…
¡¡¡Eureka!!! En un comercio, había una de muestra dispuesta a ser cambiada de escenario. Gracias a la comunicación entre los seres humanos, una señora comercial muy amable: Ana, me ha hecho llegar mi silla nueva a mi patio y al precio que yo podía pagar (que no es lo mismo que lo que vale)
¡Qué bien se escribe al sol suave! O entre sol y sombra, cómo es ligera la puedo arrastrar hacía el sitio adecuado.
Con este relato aseguro que sí. Que efectivamente puedo escribir más y mejor y he reducido mis horas de estancia bajo techo. “Óle”.
Gracias Ana, señora de profesión comercial, por ser tan amable. ¿Sabe?, cuando yo aún era válida para trabajar, no hace mucho tiempo, también fui durante unos años, de profesión: comercial

sábado, 29 de octubre de 2011

EL LETRERO DEL ESPEJO ANTIGUO

Tuve que haberlo vivido, estoy segura lo sé, caprichoso fue el destino y no me acercó a él. Debí haber nacido entonces y no después, al tiempo,  luego llegados cargados de rebeldía de un vivir desesperado ¿Dónde está la poesía? No la encuentro renovada, busco y busco y no la encuentro; si decido mirarme en el espejo de dentro puedo verla y solo yo. Ni tan siquiera el verdugo destinado a eliminarla, pisotearla, tergiversarla, maltratarla…, ni siquiera ese, quiere salir del espejo, estar dentro pero sin dejarse ver. Veo el nombre de ese espejo cual un cuadro envejecido, en uno de sus bastidores, corroído, desgastado con la herrumbre propia del tiempo que quiere borrar el letrero, pero no importa tengo tiempo y gran paciencia, limpiaré el moho férreo y descubriré el nombre con el que se autodenominaron los primeros que se vieron, porque no fue un tenue reflejo. Busco, rebusco, me excito, leo, traduzco, recito… y detrás siempre él. Veo su niña de sus ojos, universales compañeros, sus tertulias y sus juegos. Esa seriedad maestra que parece, (¿parece? ¡Já!, me rio de esos “parece”, pero así se dice: Parece), que el tiempo no acaba de pasar, no para mí, no para él, no para tantos y tantos que somos afines, identificados plenamente en el tiempo, la distancia, la vida, la muerte. ¡Muerte!. Muerte en vida, vida muerta y aún se escuchan los “parece”, no parece hombres de Dios. Aparece, resurge cual ave fénix de ese eterno infierno donde lo mandasteis… ¿Lo vomitó el diablo?, más bien creo yo que no. Precisamente fue eso, un espejo de desván, viejo, ajado, carcomido, empañado, polvoriento, abandonado… Ahí, y sólo ahí estaban los viejos maestros todos vivos en sus obras, infernales no las creo. De gloria, de vida, de esperanzas, de recuerdo, de hombres con nombre. Me llega, me llena esa poesía, no seré una de ellos, pero quiero hacer el intento, quiero acercarme, por si me miro… Puedo verme dentro. Todo pecho, corazón, armazón, venas, nervio y la cocina del cuerpo. ¿Por qué no? Si, siempre me ha gustado moverme y al alimón, sin ser torera de ruedos. Toreando sin montera, sin padrino, sin esmero, sin cultura, al igual que un pájaro huero volando sin rumbo fijo pero qué más da, si me siento ahora  pingüina y los pingüinos no saben volar. Ahora que por fin mi cascarón de proa también se vio cascado, ahora que no soy Heidi en los campos, ni por lagos, ni por prados. Ahora que exiliada como siempre y en el desván del recuerdo he encontrado este espejo. Me miro, me miro y me mirare a corazón abierto, a pecho descubierto, como soy; aunque eso sea no estar en la línea de la bandera que el poderoso ondea de mano de su lacayo, esa bandera que marca sus líneas con tiza, que se la lleva el viento, antes de hacer jirones el crespón. Parece mentira, por malvivir, por temor, por silencio, por ser sólo alacena, olvidando su raíz. Bueno me estoy extendiendo, lo noto, las finas y calizas telarañas de mi pecho me avisan, eternas serán compañeras, dolorosas cuanto quieran, pero yo también quiero, porque me sabe bien, porque no ha de ser mi comer, será seguro mi alimento, ignoro en gran punto al verdugo y navego mar a dentro. Con mil cañones por banda y viento en contra, capeando el temporal, izando en cada vaivén la bandera color plata, reluciente, mojada de espuma y sal,  impregnada de coral, de algas… de la aventura del mar y el paisaje de la tierra. Tierra, fuego, aire, agua. ¿Qué necesito más, que la expresión de un poema? Si todo lo tengo a mano; está dentro de ese espejo, lo limpiare, no quiero verlo ajado, quiero saber que dice en ese oculto letrero:
 “Lorca y Neruda, homenaje a Rubén Darío. Discurso al alimón”.