viernes, 13 de enero de 2012

ANA Y MI NUEVA SILLA DE PALA

Tras la tormenta, suele llegar la calma, aunque a veces no inmediatamente. En este caso, parece que la calma nunca llega, hace años que la espero, pero llegará lo sé.
Mientras, me he propuesto esperar sentada, escribiendo, pero… ¡oh!, tengo un problema, fuera en el patio a veces sale el sol y estoy cansada de sentarme solamente en el interior, pero de pie, usando un solo brazo y sin poder mantener peso alguno por más de un par de minutos, lo veo complicado.
Tengo que buscar una solución porque sin duda existirá, aunque yo, en estos momentos la desconozco y cómo mi lesión no es por parálisis, si no que es por dolor, difícilmente puede aconsejarme nadie que no haya vivido esta situación, por lo tanto pienso e investigo.
Todo esfuerzo tiene un fruto y al final mi investigación también. ¡Claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes?  Una silla de pala, de las tradicionales de academia. A ser posible de bajo peso, aunque también de bajo coste (que no quiere decir de bajo precio). La vida cambia mucho al ser dependiente y busco la posible independencia que se esconda dentro de mi dependencia. Sí, con una de esas sillas, escribiría más y más cómoda, incluso podría recuperar mi buen humor característico ¿Por qué no?
Evidentemente esas sillas se comercializan sólo para academias y conseguir una sola es difícil o demasiado caro para mi economía, que tras el accidente se resintió y cada vez más. Tampoco quiero pedir limosna ni agasajar en exceso a los amigos, intento no ser una carga pesada para los demás, cómo lo soy para mí misma y…
¡¡¡Eureka!!! En un comercio, había una de muestra dispuesta a ser cambiada de escenario. Gracias a la comunicación entre los seres humanos, una señora comercial muy amable: Ana, me ha hecho llegar mi silla nueva a mi patio y al precio que yo podía pagar (que no es lo mismo que lo que vale)
¡Qué bien se escribe al sol suave! O entre sol y sombra, cómo es ligera la puedo arrastrar hacía el sitio adecuado.
Con este relato aseguro que sí. Que efectivamente puedo escribir más y mejor y he reducido mis horas de estancia bajo techo. “Óle”.
Gracias Ana, señora de profesión comercial, por ser tan amable. ¿Sabe?, cuando yo aún era válida para trabajar, no hace mucho tiempo, también fui durante unos años, de profesión: comercial